mi cuello se contorsiona y veo
abrumadora y gigantesca construcción,
escondiendo el cielo tras su cemento.
El bullicio ensordecedor en clarinete
de mutilados robots dotados con mentes,
delirantes y furtivos del tiempo ese



Una oscura paloma surca la bruma
dejando una estela de abnegación
por ese oxígeno saturado de muerte.
Balcones que transpiran gotas sucias
y pasmadas caen sobre espaldas encorvadas.
Vidrieras transparentes y espejadas
que al mismo tiempo en que me miro
no me encuentro, solo veo gris y
un enloquecido desaliento de un venir.
Imágenes que vislumbran y desaparecen
como tétricos espíritus del ayer
sobre delgados y lúgubres rascacielos,
para luego insistir en volver a aparecer.
Ráfagas humeantes, pegajosas y calientes
brotan por resquicios inertes,
exaltando temporarias bocanadas.
Verde color excomulgado del presente
queriendo resurgir en grietas de hormigón.
Sol y luna hermanadas se desconocen
debajo del techo adormecido e inmóvil,
bronceado por un rayo ya desterrado
donde mi vista perdió ya el privilegio.
Soy uno más entre todos ellos
y con mi anacrónico temor del vil presente
trato de sortear obstáculos y socavones
repletos de basura y sedimentos
de esa incandescente premisa
imperante y lívida jungla de cemento.
Pensamiento escrito el: 16 de abril d 2015
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
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