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Eterno sea el niño
que en el corazón habita,
y en su mirada, sutil agita
la luna... con piel de armiño,
pues, ese es el hombre
que empatía derrocha,
y en sus manos enfoca
las caricias de renombre.
Dejémoslo que goce
del amor y la esperanza,
que así tendrá la alianza
que solo él conoce...
¡Vive el niño interior!
Jorge Aimar Francese Hardaick
Escritor y Poeta - Argentina
Derechos de Autor©
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