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lunes, 25 de mayo de 2015

LA HERENCIA

En los andariveles de la vida he deambulado
 con más errores que aciertos, 
pero constante en mi corazón abierto, 
aprendí a cargar dolores 
y sufrimientos propios y ajenos. 
La vida me ha enseñado 
que sufrir también es saber vivir, 
no solo la alegría nos hace feliz, 
he experimentado en carne propia 
que saber tender una mano 
en el momento oportuno, 
como abrazar a alguien poniendo el hombro 
para contener una lágrima 
en un momento de tristeza, 
alentar con palabras generosas 
a nuestro prójimo, 
ante una situación de desaliento; 
también con estas actitudes 
seremos muy felices interiormente 
aunque no se refleje exteriormente. 
Así mismo nos llena de felicidad, 
las cosas más ínfimas y sencillas 
como ayudar a un anciano a cruzar una calle, 
convidar un dulce a un niño, 
regalar una flor aunque nada se festeje, 
son simples cosas que enaltece nuestra alma 
y nos hace grandes y bondadosos de corazón. 
Alguien dijo alguna vez y con sabia razón, 
siembra la mejor semilla de tu ser 
y obtendrás en abundancia 
la cosecha de su tiempo. 
La humildad ante cualquier actitud, 
debe siempre prevalecer como un don 
virtuoso y genuino en cualquier ser humano, 
esto nos llevará a la cima 
de la gran pirámide de la vida, 
y cuando comencemos el descenso 
que por ley cargamos, 
comenzaremos a recolectar 
la gran cosecha de la que se habla.

(Escrito dejo esto en el libro de mi vida, 
como fundamento principal a la herencia de mis hijos)

Pensamiento escrito el: 25 de mayo de 2015
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
Derechos reservados del autor (*)