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sábado, 17 de noviembre de 2018

EL FRUTO PROHIBIDO


Despertó en un bostezo la luna
bajo el manto de la noche,
sus pupilas iluminaron
los deseos púrpuras
del hombre enamorado.

La mujer pasó, vehemente,
de la timidez su barrera,
y posó sus labios
por donde quiera.

El hombre embelesado
y ciego,
se aferró al sismo
de sus caderas,
y en el vaivén
de esa loca pasión;
se bebió el rocío
de la rosa florecida.

La mujer permitió
al hombre saciarse
del vergel de su belleza,
y así embriagarse... los dos,
del fruto prohibido.

Jorge Aimar Francese Hardaick
Escritor y poeta - Argentina
Derechos de Autor©