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viernes, 20 de agosto de 2010

LA CAMA ESTABA VACÍA (carta a un amigo)


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Desde el lúgubre hospital
donde se encontraba internado
agonizando y rodeado
de un silencio sepulcral,
con su ternura habitual
la que siempre demostró,
quizá con esfuerzo o no
desde su lecho sombrío
un tísico amigo mío,
ésta carta me escribió.

Al dirigirte estas líneas
escribo estas letras en fila
deseando que te halles bien
en compañía de tu familia.

Querido amigo quisiera
que al recibir la presente
te halles bien y que la suerte
acompañe por doquier.

De mi parte, mal,
pudiera decirte que estoy mejor
al contrario en mi dolor
postrado en mi lecho abyecto
ya soy un pobre esqueleto
que a mí mismo, me da horror.

La carta es para pedirte
que si puedes algún día
ven a hacerme compañía
¡vos que siempre me quisiste!,

yo estoy tan solo y tan triste
que lloro sin contenerme,
ya nadie suele quererme,
todos se muestran impíos;
de tantos amigos míos
ninguno ha venido a verme.

Hoy, te doy la razón,
pues veo en mi soledad
que esa llamada amistad
son tan solo ilusiones,
cuando uno está en condiciones
tiene amigos a granel;
pero si el destino cruel
hacia un abismo nos tira
vemos que todo es mentira
y no hay tal amigo fiel.

Bueno, aquí yo me despido
y al poner punto final
recibe un abrazo leal
de quien siempre te ha querido,
a tu mamá que no olvido
siempre devoción mostrale
abrazos y besos dale,
de caricias cólmala
vos que la tenes cuídala...
¡si supieras lo que vale!

Llegó el domingo, y ansioso
por ver a mí amigo leal
penetré en el hospital
cabizbajo y pesaroso,
me dirigí silencioso
al lugar donde sabía
que su lecho encontraría;
pero ahí, ni bien me acerqué
vi con tristeza y gran asombro que,
¡la cama estaba vacía!

Pensamiento escrito el: 25/03/2005
- Argentina -
Autor: Jorge A. Francese Hardaick
DERECHOS RESERVADOS DEL AUTOR (*)

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